domingo, 6 de junio de 2010

La relación transversal de la evaluación en un modelo basado en la teoría de la Educación Emocional.



Por Marco Antonio Flores Bravo
Licienciado en Educación (UdeC)
Magíster en Pedagogía Teatral (UDD)
Alumno del Magíster en Informática Educativa y Gestión del Conocimiento (UCSC)










Este artículo no pretende interiorizarse en la Teoría de la Educación Emocional sino aproximarse conceptualmente al modelo de aprendizaje vivencial propuesto por ésta y dialogar con la presencia de la evaluación educacional como fenómeno transversal y activo.

La Evaluación es uno de los temas más complejos y confusos relacionados con la educación. Ha generado innumerables discusiones al interior de las ciencias de la educación. La ola de teorías y técnicas que la evaluación ha suscitado la han elevado al rango de ciencia educativa, según muchos, dotada de sus propios postulados, paradigmas y enfoques. El tema ha cobrado un verdadero protagonismo en la reflexión pedagógica contemporánea.

Entendida en el ámbito de la pedagogía, la evaluación supone un proceso, que puede ser dinámico o estático, en dependencia del enfoque que se decida aplicar Nos apoyaremos inicialmente en la clásica definición de evaluación que recopiló la investigadora mexicana Sandra Castañeda [1]:

"Proceso sistemático y metódico mediante el cual se recopila información “cuantitativa y cualitativa" a través de medios formales sobre un objeto determinado, con el fin de juzgar su mérito o valor y fundamentar decisiones específicas. Este proceso puede ser empleado en diferentes ámbitos del quehacer humano: social, económico, educativo o político".

Este enfoque es ampliamente aceptado por los científicos de la educación como punto de partida o eje orientador para el análisis teórico.
Bernard Lonergan [2]opina que “Educar es hacer operante una filosofía, propiciar con la actividad educativa los objetivos siguientes: atender, entender, juzgar y valorar ” y como tal volvemos a nuestro clásico cuestionamiento: ¿qué y a quién exactamente evaluamos, para qué evaluar y quiénes son los destinatarios de los resultados? Estas variables han dado paso a un amplio número de enfoques evaluativos que rápidamente revisaremos con el fin de apoyar nuestra fundamentación posterior sobre la idea de evaluación en la teoría de la educacion emocional.
La evaluación puede realizarse en diferentes ámbitos como el aprendizaje, la docencia, los materiales educativos, los programas educativos y finalmente en las instituciones educativas. Esos son los campos de acción. Las funciones de la evaluación serían de carácter diagnóstico, instructivo, educativo y autoformador. También podemos agregar que la evaluación es un proceso normativo que, a juicio del “Joint Committee on Standards for Educational Evaluation” [3] de EEUU y Canadá, debe tener ciertas condiciones como son: utilidad, factibilidad, ética y exactitud [4].

Otro investigador mexicano, el profesor Manuel Villarruel Fuentes, nos ofrece una visión que servirá para ilustrar esta posición [5]:

"La verdadera evaluación no sólo consiste en categorizar individuos con base en lo que hacen, cosificándolos por su accionar, transformándolos en simples objetos de un proceso administrativo. La evaluación va más allá. Bajo el peso de su significancia social y su estigma ideológico, es el principio rector de una profunda reflexión que no se agota en la trivialidad de los números, sino que siendo depositaria de una realidad inmediata debe fortalecer la valoración, la creatividad y el protagonismo de todos los participantes en el proyecto educativo".

Suponemos entonces que, a la larga, la evaluación suministra fundamento para la toma de decisiones estratégicas que posiblemente conlleven la generación de políticas educativas o administrativas. Esto es una realidad y ese el motivo por el cual continúa la controversia sobre en qué debe fundarse la evaluación. Villarruel , no obstante, asigna a la evaluación una función fortalecedora de valores que la aleja de la cosificación de los actores. Este autor enfatiza dos actitudes de la evaluación que nos interesa especialmente retener: la valoración de la creatividad y la movilización de la persona, a través de la emoción, hacia la realización de su proyecto vital.

Siguiendo con este panorama, nos referiremos a un concepto que se desprende del análisis anterior: la autoevaluación. La autoevaluación referida a la pedagogía puede ser dirigida a establecer los rasgos institucionales, la calidad del proceso o la calidad de los profesionales que la ejercen [6] . Aquí nos interesará examinar la autoevaluación como estrategia de aprendizaje.
Algunos pedagogos se atreven incluso a sustituir la evaluación por la autoevaluación que, como veremos más adelante, constituye una herramienta propia de nuestro enfoque, que da al estudiante autonomía y que ayuda al docente a reflexionar más profundamente sobre cualquier experiencia pedagógica.

Enfoque de la Educación Emocional
Proviene de la teoría psicológica de la Inteligencia Emocional de Peter Salovey y John Mayer de 1990, y promovida por Gardner, Goleman y muchos otros psicólogos que han introducido esta teoría en distintos campos del quehacer humano.
El enfoque emocional ha sido desarrollado en lengua castellana por el investigador español Rafael Bizquerra Alcina quien en una investigación denominada: “Competencias Emocionales”[7] del 2007 trata de hacer una distinción conceptual entre las ideas que hasta ese momento circulaban en la comunidad científica internacional sobre Inteligencia Emocional (EI) y lo que hasta ese momento se concebía como Educación Emocional.
El concepto de Competencias Emocionales se define desde el propio concepto de Competencia que tiene este enfoque. Para Goleman [8] , una competencia es un conjunto de hábitos o rasgos personales que llevan al sujeto a un desempeño superior y eficaz. Desde el punto de vista pedagógico, Bizquerra [9] la define como “la capacidad de movilizar adecuadamente el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para realizar actividades diversas con un cierto nivel de calidad y eficacia.”
Una Competencia Emocional o como algunos la llaman, “socio-emocional”, por su parte, es una capacidad que se adquiere a través de la Inteligencia Emocional, dando lugar a un mejor desempeño y determinando una capacidad potencial para aprender habilidades prácticas.
Las investigaciones educacionales sobre competencia emocional comenzaron en 1997 en la Universidad de Barcelona a través del GROP (Grup de Recerca en Orientació Psicopedagògica), cuyo coordinador es el propio Bizquerra.
A modo de síntesis, reproduciremos el modelo propuesto por Bizquerra [10]sobre competencias emocionales agrupado en 5 bloques .








Fruto de las investigaciones del GROP se ha llegado a una mayor precisión sobre el alcance de esta concepción: "la educación emocional [es] un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo integral de la persona, con objeto de capacitarle para la vida. El objetivo de la educación emocional es el desarrollo de competencias emocionales" [11].

Según Tomás Motos [12], el aprendizaje vivencial es:
“la consecuencia de la implicación de las personas en una actividad en la que, además de tener una experiencia directa, se les ofrece la oportunidad de analizar de forma crítica el proceso seguido, extraer algún insight útil de este análisis y aplicar lo aprendido en el propio trabajo o en el comportamiento cotidiano”.




Para llevar a cabo la propuesta del establecimiento de un paradigma educativo emocional, se considera entonces como punto de partida la formación emocional del pedagogo como preludio a la aplicación de un currículum de estas características. La importancia de la formación inicial (usada aquí para delimitar la formación docente de pregrado) del pedagogo en estas materias como en las de su especialidad, radica en el hecho de que el “subdesarrollo emocional” o “analfabetismo emocional” es causante de muchos problemas que impiden la aplicación debida y exitosa de las reformas pedagógicas.

Enfoque Evaluativo.

De acuerdo con las investigaciones de la Profesora Neva Milicic, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en el marco de una publicación sobre la construcción de la autoestima en el contexto escolar, nos ilustra sobre los pormenores del aprendizaje en las personas y la relación que tiene el contexto emocional en el proceso. Es mas, confirma que las personas sólo aprenden cuando tienen un "ambiente emocionalmente protegido" y los problemas de aprendizaje provienen de la ausencia de ese contexto. Afirma:
" Es necesario evaluar la calidad del clima social escolar, es decir, ver qué aspectos corresponden a fortalezas y cuáles a debilidades que pueden ser mejoradas. A partir de este análisis, es importante diseñar estrategias que permitan generar un clima social que favorezca a la autoestima"[13].
Si nos apoyamos en lo anterior, el problema no se sucita a nuestro entender con el método evaluativo o los instrumentos, sino en un estadio anterior.
No se trata de evaluar el contexto emocional sino de implementar las condiciones afectivas para que el foco de atención de la evaluación no proirice una visión medidora o encasilladora sino que se transforme en una herramienta mediación entre el conocimiento y el autoconocimiento generando expectativas en el alumno. Estas expectativas a su vez podrían generar sus propias metas y homologarlas a las metas del currículum y a las del centro educativo.
Evaluar también es reconocer, es una actitud educativa que transforma el aprendizaje en algo activo y permanente y que se vuelve constructivo desde los afectos a la racionalidad.
Un ambiente de confort emocional se vuelve una zona de aprendizaje donde los procesos evaluativos dejan de sonar calificadores y pasan a formar parte viva de la formación y vida de la persona, sin importar la cantidad o complejidad del conocimiento que se pretende transferir.

Èlia LÓPEZ CASSÀ de la Universidad de Barcelona nos apoya:
"La evaluación es una actividad valorativa que nos permite determinar en qué medida se han logrado los objetivos. El principio debe ser “evaluar para mejorar”. La evaluación debe realizarse desde la percepción que el educador o educadora tenga sobre cómo ha evolucionado el clima de relación de la clase en cuanto a sus interacciones, el grado de satisfacción de los niños en la realización de las actividades, así como la propia percepción subjetiva de la utilidad de las mismas".[14]
Aclarando que el este tema no ha sido profundamente exprimido, dejamos la opción para continuar conociendo los múltiples enfoques educativos que propician una evaluación desmarcada de lo vertical y más cercana a los objetivos de una educación basada en un proyecto de persona activa , libre y democrática.


Referencias.

[1] Glosario del Manual “Evaluación del aprendizaje en el nivel universitario”. Editado por Sandra Castañeda Figueiras. México 2006. UNAM.
[2]LONERGAN, Bernard. “Topics in Education: The Cincinnati Lectures of 1959 on the Philosophy of Education”. 1993. Canada. University of Toronto Press.
[3]Es una organización perteneciente a la Universidad de Western Michigan en coalicón con el Gobierno canadiense que fijan los estándares de evaluación educativa para estos 2 países miembros.
[4]THE PROGRAM EVALUATION STANDARDS. Summary of the Standards. http://www.wmich.edu/evalctr/jc/PGMSTNDS-SUM.htm
[5]VILLARRUEL FUENTES, M. “Evaluación educativa: Elementos para su diseño operativo dentro del aula” Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653) Edición Digital http://www.rieoei.org
[6]Es necesario acotar que en algunas clasificaciones de la evaluación, en tanto a los agentes evaluadores, se consideran términos como la Evaluación Interna y Externa, donde, en la Interna ofrece diversas alternativas de realización como la autoevaluación, la heteroevaluación y la coevaluación. GARCIA RAMOS, J.M. (1989) Bases pedagógicas de la evaluación. Madrid: Síntesis.
[7]BISQUERRA, Rafael. “Las competencias emocionales (emotional competences)” Universidad de barcelona. 2007. Publicación Electrónica: www.uned.es/educacionXX1/pdfs/10-03.pdf
[8]GOLEMAN, Daniel “Inteligencia Emocional”. Ed. Kairos. Barcelona. 1996.
[9]Op. Citado.
[10]Ibid.
[11]Ibid.
[12]MOTOS TERUEL, Tomás. “Habilidades de dramatización y evaluación de la creatividad dramática”. Publicación electrónica del Instituto Avanzado de Creatividad Aplicada de Santiago de Compostela. 2006.
[13]Milicic Müller, Neva. " Creo en ti: La Construcción De La Autoestima En El Contexto Escolar". Editorial Lom. 2001.
[14]LÓPEZ CASSÀ, Élia. "La educación emocional en la educación infantil". Revista Interuniversitaria de formación del profesorado. (19)3.2005. 153-157.

2 comentarios:

  1. Estimado Marco:
    Me parece sumamente interesante el articulo, bueno como todos los aportes que generalmente haces, quisiera hacerte una consulta, o más bien una petición:
    Siendo tu especialista en Pedagogía Teatral, es posible que presentes como enfocar la evaluación como proceso dentro de ese contexto.
    Te sigo atento.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Estimado Rogelio,
    Sabemos que la evaluación tiene multiples enfoques y para evaluar en educacion artística se deben construir modelos especiales ya que esa visión percertual a la cual llamamos "valoración" podríamos operacionalizarla en escalas que nos darían añgun resultado que creo que deberia ser consensuado con el alumno. Dentro del proceso es que se realiza la valoración. La ped. teatral se opone al producto, lo que importa es lo que va sucediendo durante las experiencias del juego. Algunas veces recurrimos a bitacoras donde se inscriben las principales apreciaciones del alumno y del facilitador. La valoración es la última fase de una sesión dramática cualquiera de 20 sesiones que tiene el semestre.

    ResponderEliminar